El libro Ville&Vin dedica un artículo a la saga de Carlos Serres, un “ejemplo de la diversidad social y cultural que define al Rioja”
La saga de Carlos Serres “constituye un ejemplo de la diversidad social y cultural que define al Rioja, un vino que mezcla variedades, pero también gentes de diversos orígenes”.
Así lo indican José Luis Gómez Urdáñez, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de La Rioja, y César Luena, doctor en Historia por la UR, en uno de los artículos del libro Ville&Vin, que recoge las actas del Congreso ‘Ville&Vin en France et en Europe du XVe Siècle à nos jours celebrado en Burdeos (Francia) en 2017.
En él, los autores afirman que la saga Serres “constituye un ejemplo de la diversidad social y cultural que define al Rioja, un vino que mezcla variedades, pero también gentes de diversos orígenes, como es el caso de las decenas de franceses que llegaron a Haro en medio del apogeo”.
Charles Serres Délie (Orleans –Francia-, 1863) llegó a Haro en 1885, procedente de una familia burguesa culta, “a buscarse la vida”, haciéndose cargo en 1889 de los negocios de exportación de vino y cereales de Alphonse Vigier Decourteix y un año después constituyó Vigier y Compañía en el barrio de La Estación.
En 1904 –año en que la filoxera arrasó los viñedos de La Rioja- constituyó la firma Viuda de Cipriano Roy y Charles Serres, con 42.000 pesetas, junto a Eugenia Fernández Ollero; y casi dos décadas después la empresa se transformó en Roig y Serres.
Fueron años de expansión en los que la firma Serres se asomó al mercado americano, ahora ya con el impulso proporcionado por el hijo de Charles Serres y la jarrera Teodora Díaz Negueruela. En 1932 el patriarca se retiró y la firma se trasladó a la calle las Cuevas.
Perfectamente integrado en la sociedad jarrera más influyente, Charles Serres Díaz llegó a ser cónsul de Francia en la provincia de Logroño y, en el mundo del vino, desempeñó la secretaria de la Asociación de Exportadores hasta el comienzo de la guerra civil y, tras la contienda, fue nombrado subjefe del Grupo de Criadores y Exportadores entre 1949 y 1953.
Carlos Serres Hijo fue un “hombre muy dinámico en el paisaje de bodegas y bodegueros de Haro y, por ejemplo, en 1959 participó en la organización de la Fiesta de la Vendimia, que se llevó al principio a Haro”. Tres años antes de había matriculado en el primer Curso de Capacitación de la Estación Enológica, en la que trabó amistad con el director Antonio Larrea y Manuel Ruiz Hernández.
Tras los “ruinosos años que siguieron a la Guerra Civil”, con cepas arrancadas para plantar patatas y trigo que saciaran el hambre, “Serres volvió a conocer la prosperidad exportando a granel a Bélgica, a Suiza y Alemania, y comenzó a construir la bodega actual, en 1964, año de la mítica cosecha, quizás la mejor del siglo en Rioja”, señalan los autores.
En ese momento, Carlos Serres Díaz cedió la dirección de la empresa a su hijo – nieto del fundador de la saga- Carlos Serres Fernández, nacido en Haro en 1943, y falleció en 1971, “justo el año en que se jubilaba su amigo Larrea, uno de los hombres que más ha hecho por el Rioja en toda su historia”.
Con Carlos Serres Fernández, “la bodega pasó por todas las etapas de modernización hasta producir vinos excelentes, exportados a todo el mundo. Se casó con María Jesús Martínez López, con la que tuvo un hijo, de nuevo Carlos, hoy dedicado al comercio de productos vitivinícolas en Haro. Murió en 1991, con solo 47 años de edad”.
En definitiva, José Luis Gómez Urdáñez y César Luena señalan cómo Charles Serries Délie es uno de los “casos más significativos” de los numerosos franceses que se instalaron en Haro a finales del siglo XIX; ya que, si la filoxera hizo regresar a su país a muchos de ellos, Serres se quedó en Haro y fundó una dinastía.
Por ello, concluyen que “la saga Serres continúa hasta hoy en Haro y constituye un ejemplo de la diversidad social y cultural que define al Rioja, un vino que mezcla variedades, pero también gentes de diversos orígenes, como es el caso de las decenas de franceses que llegaron a Haro en medio del apogeo de finales del siglo XIX”.
El artículo ‘La saga de Charles Serres’ en el libro Ville&Vin incluye imágenes de los integrantes de la dinastía, así como un agradecimiento a Silvia Gordo y a Nuria del Río su trabajo de recopilación de la documentación, que se encuentra, en original o copia, en el Archivo del Centro de Documentación del Vino del Museo Vivanco.