La norma fija cómo tienen que ser las mesas, sillas, sombrillas, cerramientos y elementos que se instalen en los exteriores de los establecimientos hosteleros.

Para el PP, se trata de una nueva ordenanza, que no modificación, llena de incongruencias y sujeta a criterios municipales, a una inteligencia superior o suprema que decidirá quién y cómo puede colocar una terraza. Los populares votaron en contra porque no quisieron participar en una sesión de circo.

Para Cs, que también voto en contra, la ordenanza es tramposa, incongruente, sin rigor y sin seguridad jurídica al ajustarse a criterio municipal.

El tripartito defendió que la norma se ha hecho con esfuerzo para buscar el consenso. Se han recogido las sugerencias del PP y se ha discutido con buena voluntad muchas veces y en muchas ocasiones.

Para la alcaldesa, la segunda modificación estaba mal, por eso se ha redactado la tercera y cuando se pone a criterio municipal quiere decir sujeto a informe técnico.

El PP cree que el gobierno municipal se está metiendo en un jardín del que no sabrá salir. En la segunda modificación había un punto que estaba mal y se podía haber corregido, porque el resto del articulado contaba con el consenso de los hosteleros, sentenció Alberto Olarte.