El IER recupera el legado de Miguel Salvador Carreras y pone su importante patrimonio musical a disposición de los riojanos
El Instituto de Estudios Riojanos (IER) ha catalogado y recuperado el legado de Miguel Salvador Carreras, un fondo que comprende 4.031 documentos: 2.441 partituras, 26 revistas, 26 documentos de archivos personales y 490 monografías y folletos. Un archivo documental que, gracias al trabajo realizado durante dos años por Celso Jubera Cárcelas con la colaboración de José Ignacio Peso, el IER pone desde este momento a disposición de los riojanos para su consulta, así como para su estudio por musicólogos e investigadores
Esta labor, que supone una importante aportación a la recuperación del patrimonio musical riojano, ha supuesto un esfuerzo importante, dado el gran volumen de material (algunos documentos son sólo una o dos hojas), así como los problemas de conservación que presentaba.
Durante el proceso de catalogación se prestó especial importancia a las inscripciones, dedicatorias y firmas manuscritas que en algunos volúmenes se encontraron, ya que reflejan las relaciones entre autores, editores y los propietarios de dichos documentos. Del mismo modo, los trabajos también se centraron en los sellos y pegatinas de editoriales, que nos revelan una transmisión documental entre distintas editoriales de música.
Dentro del legado, con la biblioteca personal de Miguel Salvador Carreras, se localizó una parte de otra obra musical, la de Joaquín Espín y Guillén, vinculado a Cuzcurrita, a Santo Domingo de la Calzada y a ilustres músicos como Rossini. Suyo es uno de los primeros intentos de componer una ópera nacional sobre un libreto originalmente escrito en español.
Para saber más:
Miguel Salvador Carreras (1881-1962). Nacido en Logroño. Leyó su tesis doctoral sobre ‘La teoría de la solidaridad en la economía política y el derecho’ el 18 de mayo de 1905 para conseguir su título de doctor en Derecho. Compaginó sus estudios de Leyes con los de Órgano y con los de Piano, matriculándose en el Conservatorio Nacional de Música en 1908.
Perteneciente a la Academia de Jurisprudencia desde 1897, fue premiado en 1909 por sus trabajos en la Sección Segunda, pasando a ser traductor de idiomas anglosajones de la Sección de Estadística del Ministerio de Hacienda desde 1905 hasta 1917 y letrado asesor de la Compañía Arrendataria de Tabacos en 1911. Fue además diputado por Almería en 1910, 1916 y 1918.
Presidente de la Sociedad Editora de Música Orfeo, fue miembro fundador de la Sociedad Filarmónica de Madrid y vicepresidente del Consejo Nacional de Música. Ingresó en el Ateneo de Madrid en 1903 y fue elegido secretario primero de la sección de Música un año más tarde, obteniendo la vicepresidencia de la misma en 1908 y la presidencia años más tarde, en 1912, tras la muerte de Cecilio de Roda.
Tras la fundación de la Sociedad Nacional de Música, en 1914, fue nombrado presidente de la misma, llevando a cabo un magnífico trabajo que dio como resultado un gran impuso de la nueva música española, fundamentalmente en las décadas de 1910 y 1920.
El 4 de abril de 1921 fue elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por la música, en el puesto de Enrique Serrano Fatigati. Ingresó en dicha corporación el 15 de enero del año siguiente con el discurso sobre La orquesta en Madrid, que fue contestado por su padre Amós Salvador y Rodrigáñez. El 13 de enero de 1936 fue elegido tesorero de la Academia de San Fernando Romaní.
Fue condenado a muerte tras la Guerra Civil, pena que le fue conmutada, aunque esto no le evitó la prisión. Por este motivo, en 1939, se le apartó del cargo de tesorero, perdiendo además su título de académico el 14 de mayo de 1941 por una Orden Ministerial.
Gran defensor de todo lo nuevo, fue crítico musical en El Globo desde 1904 hasta 1910, colaborando desde ese año en la Revista Musical de Bilbao en una primera época. En su segunda época, ya como Revista Musical Hispanoamericana, fue para Miguel Salvador Carreras el mejor vehículo para reflejar en ella todos los acontecimientos musicales de relevancia de la ciudad. Colaboró igualmente en la revista España y redactó programas de mano para la Sociedad Nacional.
Joaquín Espín y Guillén (1812-1882). A pesar de nacer en Soria pasó casi la totalidad de su infancia en Cuzcurrita con su abuelo paterno, estudió órgano con el maestro de la catedral de Santo Domingo de la Calzada e incluso opositó en 1832 a las plazas de organista de Santo Domingo y de Calahorra, obteniendo en ambas la mejor nota, pero una irregularidad de carácter administrativo hizo que fuesen anuladas.
En 1833 decide trasladarse a Madrid donde empieza a tomar clases en el Real Conservatorio de Música, y a la vez empieza a impartir clases de canto y piano visitando así las casas y salones de varios aristócratas.
En 1836 contrae matrimonio con Josefa Pérez Colbrand, sobrina de la primera mujer de Rossini, con la que tendrá cuatro hijos: Joaquín, Julia, Josefina y Ernestina.
Fundó en 1842, en compañía de Mariano Soriano Fuertes, el primer periódico musical español: La Iberia Musical. Durante los cinco años que se publicó, defendió desde sus páginas la necesidad de una ópera española (en español y con motivos españoles). Sin embargo, no se contentó con defender esta idea desde el plano teórico, ya que en 1845 estrena el primer cuadro del acto primero de una ópera española “Padilla o El asedio de Medina” (con libreto de Gregorio Romero Larrañaga) con gran éxito. Sin embargo, esta ópera no llegó a estrenarse entera nunca ni a publicarse.
Su carrera continuaría como crítico musical, dedicado al género zarzuelístico, dirigiendo y dando clases hasta su muerte en 1882. Fue amigo y colaborador de Juan Martínez Villergas y José Zorrilla. Como curiosidad, destacaremos que Bécquer frecuentaba las tertulias de su casa y se dice que estaba enamorado de su hija Julia.