OPINION. En doscientas palabras (IV)
Me pregunto con frecuencia cómo se gestiona y asimilan decisiones de partidos políticos tomadas a nivel nacional, en las pequeñas unidades locales. Cuánto tienen que tragar con la pérdida de la decencia y la propia calidad personal y humana. Miró con pesar la foto en primera plana de la prensa a sonrientes componentes del brazo político del terror, me estoy descomponiendo y a la vez enervando, dónde está el límite para convertirse en miserable por una decisión que rompe los corazones.
González, Casas, Gajate, Múgica, Jáuregui, Lluch, Elespe, Priede, Pagazaurtundua, Buesa, Carrasco. Apellidos que tienen en común que su vida y su muerte fueron inútiles, fallecimientos que diría el sanchismo. Hasta les embadurnan con mierda la lápida funeraria. Sus descendientes estarán sorprendidos, pasando en nada de héroes a tontos. Es muy triste e injusto que la sociedad olvide de mala forma a sus gloriosos.
Bien podían aclararme Andreu, Hernáez o Conde su posicionamiento, la sumisión o quizás estén supercontentos y felices. En el inmenso relajamiento moral que vivimos no me extraña nada.
Mi reino por un caballo gritaba Ricardo III frase rotunda en los anaqueles de la historia. Dadme un gobierno y os borro los muertos, hasta los más fresquitos.
Vizconde del Moro