Un nuevo estudio sobre el Monasterio de San Millán evidencia que las Glosas Emilianenses salieron de manera ilegal de La Rioja en 1851
El presidente del Gobierno de La Rioja subraya que la reciente investigación de Javier García Turza “carga de razones, legitimidad y legalidad” la petición cursada por el Ejecutivo a la RAH “para que los riojanos puedan ver en 2026 las Glosas en el lugar en el que nacieron”. Tal y como acreditan documentos personales del bibliógrafo Pascual Gayangos, él sacó del monasterio bajo su exclusiva responsabilidad 64 códices de manera clandestina e ilícita para posteriormente depositarlos en la RAH.
El presidente del Gobierno de La Rioja, Gonzalo Capellán, ha presentado el contenido de una nueva investigación realizada por el profesor de Historia Medieval de la Universidad de La Rioja, Javier García Turza, que acredita que el Códice 60, las Glosas Emilianenses, junto a otras muchas decenas de documentos y códices, salieron de manera “ilegal” de La Rioja en 1851, sin seguir los cauces reglamentarios establecidos al efecto, ya que “lo hicieron sin conocimiento de su propietario –el Obispado de Calahorra y La Calzada- y de la autoridad política –el gobernador civil-. Se hizo con premeditación y plena consciencia, eludiendo la legalidad. Una evidencia que nos carga de razones, legitimidad y legalidad en todos los ámbitos para que los riojanos podamos verlas pronto en el lugar en el que nacieron”.
Un hecho que el presidente considera “crucial”, ya que invalida y desmonta el relato histórico conocido hasta ahora y rebate las permanentes negativas de la Real Academia de la Historia (RAH) a las peticiones de cesión de las Glosas por parte de diferentes ejecutivos, “esgrimiendo la legitimidad y legalidad de su salida autorizada por la autoridad política previa a su custodia”. A la vista de esta “novedad que lo cambia todo”, el jefe del Ejecutivo ha emplazado a los responsables de la RAH a “reconsiderar su negativa” a la cesión temporal de las Glosas Emilianenses para protagonizar junto a otros documentos una exposición en San Millán de la Cogolla en 2026, algo que hoy queda reforzado.
El Gobierno de La Rioja “va a defender estos argumentos, esta evidencia histórica fruto de un sólido estudio, en todos los foros donde sea necesario: institucionales y académicos. También vamos a analizar las consecuencias que pueden extraerse desde el ámbito patrimonial, tras recabar informes desde el punto de vista histórico, jurídico y patrimonial”, ha apuntado.
Así, gracias a la investigación de Javier García Turza se tiene constancia epistolar de la presencia en San Millán de la Cogolla del historiador y bibliógrafo Pascual Gayangos durante los primeros días de enero del año 1851. Gayangos era integrante de la denominada ‘Comisión para la búsqueda y recopilación de documentos históricos procedentes de monasterios y conventos suprimidos’. De las tres cartas que se conocen sobre su llegada y actuación en el monasterio exclaustrado, se deducen varios aspectos incontrovertibles. En primer lugar, que allí encontró 64 códices de la Alta Edad Media, unos ejemplares que fueron escondidos en una sala tapiada próxima a la biblioteca que había estado clausurada durante ocho años. En segundo lugar, que los sacó del monasterio bajo su exclusiva responsabilidad para preservar el hallazgo, ya que recelaba del gobernador de Logroño. En tercer lugar, que los remitió al director de Fincas del Estado saltándose así el conducto obligatorio, que era su envío al responsable político logroñés. De esta forma, Gayangos decide meterlos en un saco, enviarlos hasta Nájera en caballerías y, desde allí, puestos en cajones, hasta Madrid.
La reciente investigación deduce que Pascual Gayangos actuó de manera totalmente clandestina y, por lo tanto, ilícita, ya que en ningún momento siguió los cauces reglamentarios establecidos al efecto, que eran entregar de los libros al gobernador de la provincia. Por este sistema, los manuscritos antiguos llegaron a la Dirección de Fincas y, desde allí, se remitieron a la Real Academia de la Historia, en donde hoy se encuentran.
Gonzalo Capellán ha realizado estas afirmaciones hoy, 8 de abril, durante la presentación de la obra, El monasterio de San Millán de la Cogolla. Historia y escritura, obra editada por la Fundación San Millán de la Cogolla y cuyo autor es Javier García Turza. En el monasterio de San Millán se produjeron algunos de los textos más antiguos y, sin duda, los más importantes, para el estudio de los orígenes del español escrito, entre ellos las Glosas Emilianenses. Un enorme volumen de documentos y códices salieron del monasterio en el marco de las desamortizaciones del siglo XIX, unos se perdieron para siempre y otros se encuentran en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, entre ellos el Códice 60; en la Biblioteca Nacional; así como en el Archivo Histórico Nacional.
Las consecuencias de estas investigaciones refutan el relato hasta ahora oficial sobre la salida del monasterio de documentos y códices que custodiaba la congregación benedictina de San Millán. Así, hasta ahora, la historiografía al uso sostenía que los códices que dan prestigio cultural a San Millán salieron hacia Burgos en 1821, en donde permanecieron tres décadas hasta que fueron enviados a Madrid en 1851. En esta investigación queda claramente impugnada esta circunstancia, pues son varios los elementos que justifican que los más de sesenta códices que en la actualidad se hallan en la Real Academia de la Historia (RAH) permanecieron en el Monasterio de San Millán hasta enero de 1851.
Así, además de la “confesión” epistolar del propio Gayangos, la obra editada por la Fundación San Millán subraya que el inventario supuestamente datado en 1821 fue realizado con seguridad por los monjes para su utilización dentro del archivo. Está realizado con enorme rigor y por persona de grandes conocimientos codicológicos y archivísticos. Es un instrumento fraccionado, ya que comienza por el folio 139, por lo que formó parte de un volumen mucho mayor. Además, en él se incluyó, en lo que es una evidente interpolación, la frase conocida de que los códices se remitieron al jefe político de Burgos en marzo de 1821.
En segundo término, porque de 1836 queda otro inventario realizado, con toda probabilidad, por los funcionarios que llegaron hasta el monasterio en el contexto de la desamortización, donde se describen sucintamente los objetos culturales y los libros y documentos que se encuentran en aquel momento en el monasterio. Entre ellos, se registran los códices que hoy se albergan en la Real Academia de la Historia, incluido el Códice 60.