OPINIÓN | En doscientas palabras (XX)
Al final de mi adolescencia, cuando empezábamos a lidiar con infames blancos abocados y los venenosos manchaos por la Herradura, al atardecer no era raro cánticos desentonados con voz chirriante y ojos vidriosos, vocalizando el “Asturias patria querida”. Ya no. Me temo que no fue por respeto al himno, simplemente el concepto de alegría vínica y aleluyas variaron. Hoy no esta en uso la exaltación de patria y espíritu, ahora más relajado todo. Excepción de camorristas de toda vida, las celebraciones son tenues, los cánticos olvidan el bolero pasando al patrón del reguetón. Del “Quién estaría en algunas ocasiones”, al provocador “Hagámo´ cosita que no aguanto má´ ¡Ay!”. Con carga de alcoholes es acción imposible quedando todo en palabras.
El “I feel love” de la Donna hasta requiere una puesta en escena y compostura, es imposible entonar cuando se tiene el cuerpo doblado y vencido con ganas de echar la pota con mareo persistente. Agotador cuando la frente empieza a destilar gotas de sudor incluso en pleno invierno.
No llegue a los tiempos de entonar el himno asturiano, pero sí de apoyarme en una fachada miccionando al compás de “Mi agüita amarilla”, aguantando escalofríos por la espalda hasta la curcusilla.
Vizconde del Moro.
Permitame, con acento, quitarme el sombrero ante su ingenioso y atinado comentario….un placer