OPINIÓN | En doscientas palabras (XXIV)
Luis Buñuel, español y sordo hasta el tuétano, cineasta de los grandes, un auténtico genio. La sordera, es mi opinión, le hizo construirse su propio mundo de reflexión. Sordo como una tapia de ladrillo tabiquero de doble agujero, que sin duda le llevó a ese cosmos surrealista, etéreo, imaginativo y provocador. En 1982 publicó su autobiografía de título “Mi último suspiro”. Escribe que la muerte no le importa, si le dan a elegir, deseaba cada diez años salir del agujero y mirar las portadas de los periódicos, acabada la labor otra vez al hoyo hasta dentro de otros diez años.
Desde mediados de los años setenta, un servidor, todas la mañanas visionaba las portadas de la prensa en Casa Montoya, haciéndome idea de cómo estaba el percal. En la actualidad, desde el ordenador a primera hora, hojeo todas las primeras páginas de un montón de periódicos.
Mi alegría es cuando no hay noticia relevante alguna sobre la actividad del actual gobierno mutante y mentiroso. Da tranquilidad, me pongo contento y alegre. Visto los antecedentes y sus ideas de gobierno en sus últimas decisiones, que amenacen con hacer algo es para temblar. Produce desasosiego, intranquilidad y miedo. Mucho miedo. ¡Cielo santo!