OPINIÓN | En doscientas palabras (XXVI)
Es para sorprenderse, arañarse histéricamente el rostro, es incomprensible que no se haya armado la marimorena ante la última ocurrencia del ejecutivo. Mudar sibilinamente en un movimiento intentando implantar la censura. Así como lo oyen, volvemos al tardo franquismo.
¿Qué, me queréis tocar el blandiblú con mi querida Begoña?, pregunta a la chusma el narciso autócrata ¡No lo consiento, soy el caudillo! Cargaré con mandoble, maza, daga y alabarda aquél que osé poner en duda mi charanga triunfalista de bombo, platillo y tamboril para gobernar esta España aturdida y dubitativa ante la pérdida de sus derechos irrenunciables de libertad y democracia.
Los antifascistas de entonces, son los fascistas de hoy. En esta nación de lógica aplastante donde se sube pa´rriba y se baja pa´bajo apenas voces discordantes, ni siquiera editoriales de la vieja prensa sumisa, siempre esperando publicidad institucional y algunas limosnas para los periodistas harapientos.
La idea es confundir a los ciudadanos, de trasmitirles mentiras cambiando la opinión, es cosa de la izquierda zascandil llena de miedo a la libertad. No hay que ir muy lejos, el anterior tripartito jarrero, adalid de la perversión democrática, intentó coaccionar dos medios de comunicación de Haro.
¿No se lo creen? Allá ustedes.
Vizconde del Moro.
Caudillo de España x la Gracia de Dios.
Antuan Garcia Ramirez un hijo puta que mato ai abuelo