OPINIÓN | En doscientas palabras (XXVII)
Claro que me molesta y enfada, ¡Cómo no va a molestarme!, quE esté el gobierno de España en manos de siete berzotas nacionalistas, siete que no son precisamente magníficos. Con excepción del personal que sea de corcho mohoso esta situación es irritante, ofensiva produciendo tristeza y desánimo. Una nación histórica desunida por decisiones no consensuadas entre los ciudadanos, queriendo imponer un nuevo modelo de estado confederal sin pedir permiso.
Siete, son siete supremacistas de la derecha catalana antigua y corrupta. Los nacionalismos de peina bombillas, chocan con el mundo actual y la cimentación de la Europa a construir, necesitamos mayorías amplias de acuerdos para un mundo más amable y feliz.
El nacionalismo genera exclusión y tribalismo señalando un enemigo, sembrando el odio. Grandes derrochadores del dinero público, gastos contaminados para beneficio de su minoría. Ni adorando, ni procesionando a Santa Rita de Casia patrona de los disparates e imposibles podrán conseguir su objetivo. Amén.
El nacionalismo desea replegarnos, volver a las primitivas tribus. Falsa ilusión ante la globalización. Necesitamos aunar esfuerzos.
Exijó a los burócratas de instituciones europeas no se miren tanto el ciruelo, tampoco el ombligo. Estudien un marco fortalecedor para la unidad europea. Más improvisaciones son innecesarias.
Vizconde del Moro.