OPONION | En doscientas palabras (XXIX)
En la plaza de España, en Roma, se encuentra la embajada permanente mas antigua del mundo conocido, unos cuatrocientos años, es la española. Nuestra nación siempre fue belicosa, entendiendo que eran necesarios espacios para la concordia, el encuentro y templar gaitas, que por menos de nada el personal se calentaba y empezaba a segar gargantas. Nuestros viejos Tercios tenían el control sobre Europa y América, pocos eran los países que podían toser sin nuestro permiso. Ahora no, nuestra diplomacia ha ido enflaqueciendo en posiciones e influencias por la total incuria de gobiernos lasos, incapaces y morcillones.
Asistimos, como las vacas miran al tren, al fracaso con Argentina, con México, y otros. No así con los grandes poderosos que nos volvemos cautos sin ninguna posición clamorosa. Nuestro actual ministro de exteriores apodado “Napoleoncito” es personaje insulso, acomplejado, de cultura escasa y presencia pobre que ahora se empeña con total dedicación que el catalán sea lengua oficial en las instituciones europeas.
Su empeño es grotesco y de menesteroso resultado. Es lo malo de los ministros casquivanos que en cuando te descuidas nos dejan en ridículo, advirtiendo que suelen hacer pucheritos cuando cesan por su incompetencia pregonada a los cuatro vientos. ¡Qué cruz!
Vizconde del Moro.