AUDIO | `Zamorano´, más de 100 años de moda
No solo ha vestido al hombre, también nuestras casas con toallas, cortinas, alfombras… Fernándo Pérez y Rosa Angulo se jubilan y dos establecimientos `DOMVS´ y `Zamorano´, fragmentados del emblemático `El Zamorano´, «el de abajo», como se decía antaño, se postulan para seguir bajo una nueva dirección.
¿Cómo es y ha sido el día a día de este establecimiento? Su titular nos lo ha contado en la radio.
Esto nos contaba Isabel Virumbrales en junio de 2018 en el Libro de Fiestas que edita RADIO HARO.
De “El Zamorano” a “Zamorano hombre”
Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. “El Zamorano” cerró su puerta de la plaza de La Paz, después de cien años en la casa del gallo, para abrir otra en la calle La Ventilla con nueva imagen y con nuevo nombre: “Zamorano hombre”. El olor tan característico del establecimiento primitivo, el que da la solera en la que convivieron textiles del hogar y moda de caballero, ha dado pasó al olor a nuevo y recién pintado. El vinilo de más de dos metros que preside la pared principal de la nueva tienda nos recuerda el establecimiento que hace cien años fundó Ángel Pérez Palmero primera de las tres generaciones de la familia que sigue regentando el negocio.
Los inicios del abuelo Ángel en el comercio fueron muy sencillos: ambulantes, montaba el género en un carro y con el caballo recorría los municipios de la zona vendiendo a los vecinos. El cambio en los hábitos del cliente hizo que se plantease, entre 1917 y 1918 según los datos de la familia, la apertura de la tienda por la que ha pasado no sólo gran parte de Haro sino también de pueblos limítrofes para mudar al caballero y vestir el hogar. Era la España de la Crisis de la Restauración, la del Rey Alfonso XIII, aquel país en el que los comercios más distinguidos se encontraban en las plazas principales de villas, pueblos y ciudades. En aquella época, Haro lloraba la pérdida de su ilustre Enrique Paternina y meses más tarde se maravillaba con la belleza de su recién estrenado Rosario de Cristal. Aquel fue el entonces en el que “El Zamorano”, nacido en Valdemerilla, Zamora, guardaba en su tienda el género de quienes exponían sus productos en la plaza de la Paz.
Hace diecisiete años desdoblaron la tienda: separaron la ropa de caballero del textil de hogar que se fue a La Ventilla, una zona que por aquel entonces, según comenta Fernando Pérez, nieto de “El Zamorano” y ahora al frente de la firma, “ofrecía otras posibilidades, otra proyección. Nos decidimos a dar el salto a esta calle y ahora hacemos lo mismo con la misma filosofía”. El Zamorano permaneció en la plaza de La Paz y convivió con todas y cada una de las transformaciones que ha sufrido el corazón de Haro y que poco a poco, gota a gota, han mermado el esplendor del comercio local.
Primero estuvo el abuelo con sus seis hijos, de los cuales se hicieron cargo del negocio José María y Angelito. Ahora es Fernando, la tercera generación, quien continúa con el negocio familiar. El paso de los años no ha influido en su seña de identidad, “el trato de tú a tú, está claro que queda. En mi tienda se sigue aconsejando al cliente y diciéndole si algo le queda bien o no”. Ahora en un nuevo espacio más cercano, en el que se ha eliminado la barrera que se establecía entre comerciante y cliente, ese enorme mostrador en el que tanto género ha enseñado la familia Pérez a toda la comarca: Treviana, Anguciana, Briñas, esos mismos municipios que ya no visitan Haro con tanta frecuencia.
El progreso camina de la mano de la nostalgia, Pérez sabe que “El Zamorano” es parte del día a día de todos los vecinos, de su historia más personal. En la tienda, la relación con el cliente iba más allá de lo comercial; los más veteranos recordarán que en época de vacas flacas “El Zamorano”, consciente de la realidad que le rodeaba, fiaba a quienes no andaban boyantes.
Fernando no llegó a coincidir en tienda con su abuelo. Si lo hizo con su padre con quien, fruto de la convivencia, tuvo algún que otro roce porque la diferencia de edad marca la forma de ver las cosas. Al fin y al cabo ser la tercera generación implica que exista cierta división de opiniones; por un lado la del joven, que cree que lo sabe todo porque la historia de su vida tiene como telón de fondo el negocio familiar; en el extremo opuesto se encuentra el conservadurismo del veterano que desea que el joven continúe haciendo las cosas a la antigua usanza. Fernando sonríe al recordar que, el mostrador situado al fondo de la tienda estaba repleto de cajas de mantas que un día, frente a la negativa constante de su padre y su tío, retiró una a una después de la hora de cierre. Al día siguiente, las voces de la experiencia pensaron que habían entrado a robar en el local y el joven explicó que había sido él quien las había llevado a un almacén que tenían situado cerca de “La Parra”. Al final sus mayores dijeron que la idea del novel Fernando no estaba mal.
Cada día de estos cien años de la emblemática tienda tenía su anécdota y la experiencia en la venta hizo que se atribuya al fundador de “El Zamorano” una especie de curso rápido para el comerciante: “para saber qué vender hay que saber el dinero que llevaba el cliente en el bolsillo”, una especie de mantra que no había interiorizado el sucesor cuando, subido al mostrador soltó un sinfín de rollos de cortinas para mostrárselos a una clienta que fue a hacerse una idea porque había escuchado que iban a construir en los garajes de Nogués y ya, cuando estuvieran edificados, pasaría por allí.
Desde 1973, fecha en la que el último “Zamorano” empezó a trabajar en la tienda codo con codo con su padre, su madre, su tío y su tía, hasta 2018, han cambiado y de qué forma… pero la identidad no ha variado; el trato con el cliente sigue siendo fundamental en “Zamorano hombre”, el único negocio jarrero dedicado en exclusiva a la moda de hombre, donde cada cliente sigue siendo una historia, una cara amiga. Precisamente esa cercanía tiene mucho que ver en que el negocio se haya convertido en la tienda de cabecera de muchas familias. “A día de hoy tenemos el orgullo de poder vestir a hijos e incluso nietos de clientes de antaño”, argumenta un orgulloso Fernando a quien al preguntarle qué significa para él “El Zamorano” se le ilumina la mirada y contesta rápido: “mi vida”. Comenzó en el negocio familiar con quince años, ahí se hizo hombre y además del oficio de comerciante aprendió qué es la vida. La misma vida que le ha llevado a trasladarse para continuar con aquello que inició su abuelo Ángel hace cien años y que, a pesar de que en el traslado de la plaza de La Paz a la calle La Ventilla haya perdido el artículo, siempre será, para jarreros y vecinos de la comarca “El Zamorano”: aquella tienda en la que compraron las primeras cortinas de su casa o el pantalón de vestir para asistir a alguna celebración… “El Zamorano”, 100 años de la historia de los jarreros.
Bonitos recuerdos, en mi niñez y recuerdo estaba el Zamorano y calzados Prieto, eran los comercios que frecuentaban mis padres, gente muy amable y comprensiva que te permitía pagar cuando cobrabas aunque te llevarás el género antes. Eran otros tiempos