Cartas al director | Adiós al último de los boteros
Popular y conocido en toda la comarca riojalteña por su larga actividad como director de la Autoescuela Belmonte, Roberto Arnáez Carrillo.
Gozaba de la amistad y reconocimiento de mucha gente por su particular forma de ser, abierto, dicharachero y socarrón, le venía de familia. Capaz de ganar a la gente por la sonrisa de recibimiento y el particular sentido del humor e ironía. Harense hasta la médula siendo una de sus grandes pasiones el Haro Deportivo del que fue directivo durante años con su hermano Ricardo y Enrique. Especialmente sus desvelos fueron hacia el juvenil al cual dedicó muchas horas con alegría y disposición total. Esto le granjeo cariño y reconocimiento de la familia futbolera.
Son miles las personas que aprendieron las normas de la conducción y el manejo del volante con esa forma tan suya del comentario acertado jocoso, de la anécdota justa en el momento, una chanza para quitar presión a los que la teórica se les hacia muy cuesta arriba, en el encontraron un amigo, un cómplice y una sonrisa de apoyo que es muy de agradecer. De esta manera sus amigos eran muchos en toda la zona, al que saludaban efusívamente con sinceridad.
Quiero poner el punto de mira en su faceta de artesano, de botero con sus hermanos Enrique y Eduardo durante muchos años. Era el artista, el que pintaba las botas al óleo, principalmente con toreros triunfadores, con toreros de arte cargando la suerte y el triunfo. En aquella botería bajo la mítica marca de «Las tres AAA», aquel taller se llenaba con la presencia de las directiva del Haro Deportivo, donde el justo comentario, la discusión inteligente y las ganas de pasar un buen rato era la norma no escrita.
También tuvo, en cierto periodo, el compromiso de ayudar a su hermana que quedó viuda muy joven, visitando a ganaderos con veterinarios, asesorar y ayudar a los granjeros de la zona, especialmente avicultores. Todo el mundo conocía a Roberto, en todos los pueblos de los alrededores, donde era recibido y agasajado por todo el mundo, él era capaz de transmitir la amabilidad y predisposición de ayuda.
La vida le dio longevidad a raudales para disfrutar de la familia y hoy sus compungidos amigos.
Descanse en paz.
(Texto y fotografía: Jesus Manuel Díaz de Greñu)
Gracias por tu forma de ver la vida y de enseñar.
Adiós profesor!!!