Zasca tras zasca, verdad tras verdad. Es curioso cómo el equipo de la oposición pretende dar lecciones sobre lo que hay que hacer cuando tuvieron 8 años para demostrarlo y no lo hicieron. Ahora, desde la comodidad de su posición, critican cada paso del actual gobierno, olvidando convenientemente los proyectos que dejaron en el cajón y las promesas incumplidas durante su mandato.

La ciudadanía no olvida. Fueron 8 años en los que muchas iniciativas se quedaron en el papel, en los discursos grandilocuentes y en las ruedas de prensa, pero nunca llegaron a materializarse. Ahora, los mismos que no supieron o no quisieron ejecutar esos proyectos exigen soluciones inmediatas, como si el tiempo no contara y la responsabilidad no les alcanzara.

Es fácil señalar con el dedo cuando ya no se tiene la responsabilidad de gobernar. Lo difícil es gestionar con coherencia, mirando al futuro y solucionando lo que otros dejaron pendiente. Esa es la diferencia entre hacer política constructiva y limitarse a la crítica oportunista.